Un
criador de serpientes chino se llevó una sorpresa cuando comprobó lo que
había salido de uno de los huevos alumbrados por sus cobras. Se trataba
de un ejemplar de dos cabezas de tan sólo 10 días de vida. Al ver que la serpiente no se alimentaba por sí misma, decidió llevarla al zoo de la ciudad de Nanning para contar con la opinión de un experto.
Cada
una de sus cabezas cuenta con un cerebro propio, por lo que se
articulan independientemente. Por el movimiento en “S” de estos
reptiles, las cabezas chocan continuamente y dan la sensación de estar
peleándose.
Esta cobra, de tan sólo 20 cm de longitud, suele llegar a superar el metro de largo en su edad adulta.
Sin embargo, los científicos no se pueden aventurar a predecir si
llegará a esta etapa, ya que, más allá del hecho de que la serpiente es
incapaz de alimentarse por sí sola, su mutación la hace más vulnerable a
posibles infecciones.